viernes, 6 de febrero de 2009

Ladillas - La Visita Conyugal

Ladillas

La Visita Conyugal

Por el Lic. Mefistófeles Satanás

Burundanga, la chamuca a cargo del lago de mierda, me llamó toda agitada. “¡Licenciado, el camotito está armando escándalo!”

“Pos denle una madriza para que este sosiego.”

“Es que como mañana tiene visita de su abogado anda muy gallito, amenazándonos.”

“Que amenazando ni una chingada. Ya está muerto el cabrón. Ya no tiene hueso en Bucareli. Tu dile a tus muchachitos que le pongan una putiza para que aprenda lo que es amar a Dios en tierra de indios.”

“¡Con todo gusto licenciado!”

Al día siguiente, la Coyota Fernández de Cebollas, el abogado del camotito, se presentó ante mi.

“…y mi cliente quiere que se le haga saber su situación a la embajada española y también a los organismos de derechos humanos…”

“Párele ahí, don Diego, este es el infierno mexicano. Me vale lo que piensen los baturros. Y por lo que toca a los organismos de derechos humanos, las almas ya no son humanas. De ahí que sacar a pasear los derechos humanos es notoriamente improcedente.”

La coyota sonrió con esa sonrisa de hijoeputa que tiene. “Y sin embargo, licenciado, como un penal de alta seguridad, Infiernotitlan se ajusta a las normas de las leyes mexicanas del caso, ¿verdad?”

Luego luego me di cuenta que el cabrón me quería poner un cuatro. “Suponiendo sin conceder que ansina es, ¿Qué con ello, don Diego?”

“Pos vera, lo que mi cliente en realidad quiere es una visita conyugal, que es a lo que tendría derecho de acuerdo a las leyes mexicanas.”

“¡Pero si ya está muerto! ¡Eso seria necrofilia!”

“Si su pareja está dispuesto a bajar aquí a Infiernotitlan, entonces lo encontrara sólido. Técnicamente, el alma es inmortal, de ahí que no seria necrofilia.”

“Y suponiendo sin conceder que así sea, si le doy su visita conyugal, ¿va a dejar de estar chingando su cliente?”

“Estoy autorizado para decirle que así será.”

“Bien, ¿y cual viuda quiere su cliente que baje, la pelona enana o la pirrurris de Campeche?”

“La pelona enana por supuesto.”

“Sabe, eso no es necrofilia. Es bestialismo. En fin, les habilitare un cuarto para su visita conyugal.”

“Oiga, don Menfis, mi cliente huele rete gacho.”

“Pos eso es entendible. Está en un lago de mierda.”

“No sea ojete, don Menfis, deje que se pueda bañar antes de recibir a su pareja.”

“Nomás porque estoy de buenas, pinche barbón, daré ordenes que le den una botella de aguarras y un cepillo de alambre para que se quite las costras de mierda. Pero, ¿Por qué tanta delicadeza? La viuda enana y pelona siempre huele a borracho.”

Llamé luego a Viboriano Huerta, el encargado de la seguridad de Infiernotitlan. “Mi general, mañana entrara un convoy del estado mayor presidencial escoltando al enano.”

“Ah caray. ¿Ya se murió ese cabrón, don Menfis?”

“No, viene a visita conyugal con el camotito. Habilitales una crujía del San Juan de Ulua II para hacer sus cochinadas.” El San Juan de Ulua II es un CERESO, copia de la fortaleza veracruzana, que mande construir junto al lago de mierda Reyes Herodes.

“¿Quiere que los grabemos, jefe?”

“No, a mi esas marranadas no me interesan. Los voy a dejar hacer sus cochinadas porque la ley ansina lo requiere.”

En efecto, al día siguiente, entro un convoy de hummers acorazadas. El enano se bajó todo entusiasmado y corrió hacia donde lo esperaba el camotito, vestido con una falda rabona y el pecho de gachupin peludo al descubierto. De todas maneras tenia un mosquero pues el tufo a mierda no se le había quitado del todo. Pero eso al enano no le importó. “¿Dónde está mi camotito? ¡Aquí está tu Orfeo, mi Euridice! ¡Ven a mis brazos!”

“¡Hostia! ¡Que ya os extrañaba Jelipe! ¡Dadme un beso y sed generoso con la lengua!”

Los dos cabrones se encerraron a piedra y lodo. Los militares formaron un círculo frente al lugar. Pasó un tiempo y me llamó Huerta.

“¡Licenciado! No se como carajos se supo, ¡pero la gente se entero que el enano está aquí abajo! El caso es que ya se juntaron un carajal de almas frente al San Juan de Ulua II.”

“¿Y eso?”

“Son cabrones que se murieron de hambre por causa de las pendejadas del enano o que los mato el ejercito en un reten o que los venadeo la migra y los minutemen cuando cruzaban de mojados el desierto. Están todos encabronados, licenciado, y ya rodearon al convoy.”

De inmediato me apersone. Los pendejos del EMP ya habían cortado cartucho. “¡Esperense! ¡Bola de pendejos! ¡Si les disparan va a ser peor!”

“¿Y a oste que chingaos le importa?” me dijo un coronel medio bravucón y con cara de pendejo.

“Mire, grandísimo pendejo, entienda que toda esta gente ya está muerta. Si les tiran, caerán, si, pero al par de horas se reaniman. El plomazo les va a doler pero se van a encabronar más. Y son un chingo. Si los despellejan a ustedes, aquí se mueren y se quedan atorados aquí, cabrones, pues están destinados a caer aquí tarde o temprano.”

“¡No la chingue!” dijo el militar pero era obvio que estaba cagado.

Mande llamar a mis chamucos y traje una tanqueta de las que avientan agua bendita. Apenas ansina se dispersó la gente. El enano tuvo que salir huyendo de Infiernotitlan, perseguido por las mentadas de madre de los muertos.

“¡Me cago en la virgen!” protestó el camotito mientras lo llevaban de regreso al lago de mierda. “¡Apenas estábamos comenzando cuando nos vinieron a joder! ¡Jolines! ¿Cuándo me toca otra visita conyugal?”

“Pos de acuerdo a la ley, en tres eternidades, chato.”

“¡Válgame Dios! ¡Se va a morir Jelipe antes!”

“Pa que veas que no soy gacho, en cuanto caiga aquí el enano lo refundiré junto a ti en el lago de mierda. Ahí se pueden estar sobandose las nalgas entre los mojones el resto de la eternidad. Y ahora llevense a este cabrón que huele rete gacho. ¡Va a afear el infierno!”

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