lunes, 11 de mayo de 2009

Ladillas - Santa Anna y Santanon

Ladillas

Santa Anna y Santanon (FECAL)

Por el Lic. Mefistófeles Satanás

I. Los Dos Impulsos

¿Qué motiva a los hombres? Los griegos pensaban que los humanos estaban divididos entre dos impulsos contradictorios: el ideal apolonico y el dionisiaco. El ideal apolonico asume que hay un soplo divino en los hombres, que estos pueden aspirar a ser como los dioses. Y se extiende el concepto a concluir que si, los hombres pueden darse instituciones y leyes justas y que estas merecen respeto. El apolonico puede retraerse de una situación y analizarla fríamente, con completo control de sus emociones. No es en lo absoluto dogmático. Se guía por la lógica. Imagínense un a Mr. Spock.

El dionisiaco acepta que el hombre es tan solo un animal más. La razón de su existencia es ser ganado de dos patas que alimenta a los seres supremos de la tierra: los gusanos. El destino del hombre es ser consumido por estos y, eventualmente, ser cagado por miles de pequeños culitos de gusano. Así pues, hay que ser pragmático y gozar de la vida mientras se tiene. Bien decían los romanos: bebamos, comamos, y hagamos el amor porque mañana moriremos.

Pocos mortales llegan siquiera a arañar el ideal apolonico (Gandhi, Luther King, Buda, Sor Juana, etc.). La mayoría fracasa y lo que resulta es un grandísimo hijoeputa. El apolonico fracasado por lo general se vuelve en extremo dogmático y se convierte en un paranoico esclavo de sus miedos. Cualquier facho PANazi espantado ilustra el concepto. Apolonicos frustrados fueron Robespierre, Hitler, Savonarola, Landa en Yucatán, etc.

Entre los dionisiacos se cuentan a Mozart, el papa Alejandro VI, Neron, Caligula, Paganini, Enrique VIII, Franz Liszt (que en su vejez ambiciono ser apolonico), Richelieu, Mick Jagger, Ludwig II de Baviera, etc. El dionisiaco es pragmático y actúa instintivamente y puede ser genial sin necesidad de pensarlo mucho o ponerle crema a los tacos.
Es casi inevitable que un habitante de tierra caliente, especialmente un veracruzano, sea dionisiaco. La abundancia del tropico le es difícil de concebir a un habitante del altiplano o del norte de la republica. En esos pueblos secos la gente vive permanentemente viendo al cielo y rezándole al santo patrono que se digne mandarles algo de lluvia. El cura, representante de un Dios cruel e inflexible, goza del derecho de pernada. Pero el habitante del sur, de meso América, hasta recientemente, con los múltiples desastres ecológicos causados por el neoliberalismo, no se iba a morir de hambre. La pesca abundaba y la fruta crecía como hierba. ¿Qué carajos necesita andar rezándole a Dios un hombre del sur? No es de sorprender que el mayor comecuras de la historia mexicana, Tomas Garrido Canabal, venia de Tabasco. La puta no impone en tierra caliente.

II. Santa Anna, el Dionisiaco

En el siglo XIX el sur era un autentico paraíso. El joven Santa Anna, que había crecido en el puerto veracruzano, dicharachero, guapo de joven, siempre inventando albures y juegos de palabras con los estibadores mulatos, soltándole piropos subidos de color a las jarochas, era definitivamente un dionisiaco. Ya hombre y presidente, cada seis meses le pedía permiso al congreso y dejaba a un pelele en la presidencia y se regresaba a su hacienda en Xalapa. Ahí, rodeado de sus gallos y galleros, tomando ron del bueno, con un sequito de guapas jarochas emperejiladas abanicándose, jaraneros de agudo ingenio y rimas punzantes, con abundante fruta, tabaco y café del trópico, manda a la chingada a la política, al altiplano, al norte seco y olvidado donde se encuentra Tejas y los tejanos, y se dedica a desperdiciar alegremente el dinero del erario. Yo no lo culpo. Bien lo dijo el papa Medici: “si Dios nos ha concedido este puesto pues disfrutémoslo.”

III. El Mojigato de Morelia

¿Y Santanon o fecal? Bien, crece entre inciensos y rosarios y asiste a un colegio de monjas. Estas son las que le inoculan toda clase de fobias, temores, y prejuicios en su tierna infancia. El ideal apolonico está frente a él, en forma muy abstracta, pues las monjas son demasiado ignorantes para explicarle la filosofía tomista o las dudas de San Agustín de Hipo Regio. Fecal ni siquiera pudo comenzar a fracasar en aspirar a llegar al ideal apolonico. Sencillamente, nunca supo como se comía eso. Fecal crece asustado de la vida.

Chaparrito, prietito, miope, es inevitable que fecal sea el puerquito al que le parten la madre los otros párvulos. Las monjitas son demasiado pendejas e indiferentes para evitar esos abusos. Los resentimientos y prejuicios de fecal se nutren en su niñez amargada. Su padre es un PANista de la generación que el PRI agarraba de su puerquito. Iban a la lid electoral para que les partieran la jeta –a veces literalmente—siempre. Eran idealistas, hasta cierto punto, pendejos también. De su padre fecal aprende a fracasar. ¿Y quienes son los santones de los priistas que le parten la madre a su padre repetidamente? Pues el indio horrible ese de Juárez, un masón, y peor, el comunistoide Cárdenas, michoacano también, y héroe de la guerra contra los cristeros. Las lecciones calan. Se reflejan en las palabras de fecal: “…bienvenidos al México de Maria de Guadalupe y de las persecuciones a los cristeros…”

IV. El Rechazo al Padre

Los padres de Santa Anna quieren que sea hombre de bien y que herede la notaria de su padre. El joven Antonio, sin embargo, se deja llevar por la mala. Las parrandas y las veladas en los palenques son lo suyo. Eso de andar llevando libros y notarias no es para él. Ah, pero el ejercito, las charreteras, los uniformes recamados de oro, las miradas de admiración de las jarochitas, eso si es para él. Jovencito, se alista de alférez en el ejército virreinal. Y hace sus primeros pininos colgando insurgentes precisamente en Tejas, provincia olvidada en la que incursiona fugazmente sirviendo en el ejército del virrey.

Fecal también rechaza a su padre. Cuando este decide salirse del PAN, asqueado porque los empresarios han hecho a un lado a los idealistas a los que el PRI madreaba, fecal rompe con su padre y se mantiene en el partido azul. Lo toma bajo su tutela Carlos Castillo Peraza y este le enseña mañas inconfesables. (Eso explicaría el amor de fecal por su camotito español fallecido.) Mas importante aun, Castillo Peraza le enseña a fecal que vendiéndole las nalgas a los señores del dinero, the dark side of the force, no necesitaba andar dando lastimas como su padre y los otros idealistas ilusos. No por nada el corrido favorito de fecal es El Hijo Desobediente.

V. La Moral

“La moral es un árbol que da moras” – dicho político mexicano

Antonio López de Santa Anna era completamente amoral (casi todos los muy dionisiacos políticos veracruzanos lo son), un pícaro digno de la literatura del genero. Estando prisionero de los tejanos, Santa Anna firma los tratados de Velasco sabiendo que no serian reconocidos por el congreso mexicano. Pero hay que verles la cara a los tejanos con tal de regresar a México y volver a mandar. En el 47 le asegura a Polk desde su exilio en Cuba que él negociara que los mexicanos se rindan. Pero unos meses después está derrotando a Taylor en la Angostura. Los gringos se dan cuenta que les vieron la cara. Los tejanos, rabiando y sabiendo que Santa Anna les vio la cara primero, incendian Manga de Clavo y juran que si lo capturan lo lincharan. Frente a Acapulco, donde se ha alzado Comonfort, Santa Anna le manda saber al rebelde que le dará “cincuenta mil pesos de oro si entrega la plaza”. Es de ahí que Obregón copio lo de los cañonazos. (Comonfort, por cierto, no se vende.) Cuando sabe de la intervención francesa ofrece sus servicios a la republica. La respuesta de Juárez: ¡ni loco! Acto seguido el viejo dictador ofrece sus servicios a los franceses. La respuesta de estos: ¡seulement si nous étions fous! (solo si estuviéramos locos).

Fecal es también amoral. Jura y perjura que no van a endilgarle a los mexicanos la deuda del ROBAPROA. Pero no se necesitan mas que unas cuantas llamadas, tal vez del mismo chupacabras o de su gato barbón, para convencerlo de que vote apoyando al PRI en el mayor robo jamás hecho a los mexicanos. Amenaza que encarcelara a Marín pero luego hasta se toma la foto con él. Se ufana de tener sus manos limpias y sin embargo protege amorosamente al gachupincito aun después de que este confiesa haber firmado contratos como funcionario. Fecal perdió toda brújula moral el día que rechazó los ideales de su padre. Un fulano que accede a convertirse en la mujer de un gallego, auto prestarse dinero ilegalmente de Banobras, y apoyar al PRI en el ROBAPROA es de esperar que le de las nalgas a quien las quiera tomar con tal de robarse la presidencia.

VI. El Valor

Santa Anna es un gachupin, un criollo. Como buen gachupin es terco, pendejón, iletrado, pero no le quitemos lo valiente. En la Angostura se pone al frente de la infantería de Lombardini y le mata el caballo una salva de la artillería de Jefferson Davis. Sus hombres lo hacen a irse a la retaguardia y luego ellos, enardecidos, derrochan valor y le parten la jeta a los gringos. En Veracruz, durante la ridícula guerra de los pasteles, Santa Anna pierde una pierna cuando la artillería francesa protege la retirada de su infantería que había estado tomando café en la Parroquia. Ya herido, pensando que va a morir, da una arenga digna de una opera bufa (“¡Mexicanos! ¡Ya no derramare mas sangre en defensa de La Parroquia!, etc., etc.”). Menciona también que los defensores del Café La Parroquia habían hecho “cincuenta cargas a bayoneta calada” para forzar al enemigo a embarcarse. (¿Luego entonces 49 de esas cargas fracasaron? ¿Pagaron lo que consumieron los franceses? ¿Dejaron propina siquiera?) Lastima que ni Davis ni los franceses tenían buena puntería. Digo, ¿Qué culpa tenían los pobres caballos?

Fecal entrando entrando le da una patada al avispero del narco. A los pocos meses, en la primavera del 2007 ya se ha puesto a chillar que lo han amenazado de muerte. De ahí en adelante su miedo se hace evidente. Cada acto que realiza requiere cerrar calles en kilómetros a la redonda, poner vallas, francotiradores, helicópteros, etc. Su inconsciente lo delata: llama a Torres Bodet secretario de seguridad. Fecal ofrece planes entreguistas: el intento de meter a la SyColeman a proteger PEMEX, la iniciativa Mierdira ofrecida a Bush, luego el acuerdo firmado en agosto del 2007 con Bush y Harper para meter gringos a operar las instalaciones de PEMEX en el caso de una PANdemia, finalmente las maniobras de las chalupas mexicanas con la flota gringa. A toda costa fecal quiere meter gringos para que lo protejan. Le tiene tanto miedo y desconfianza a sus pretorianos que inventa el pretexto de la gastritis para no enojar al ejercito. Odia y teme al pueblo mexicano pues este lo reconoce ya como un traidor a la patria. Su mayor triunfo es que los patrones le den una palmadita y le digan que es buen cachorro y decirle que les recuerda a Elliot Ness, un polizonte “middle manager” que fracasó. Fecal es, en suma, un coyón patético, un mediocre, y un traidor a México.

VII. El Juicio de la Historia

Ya viejo Santa Anna logra que le permitan regresar a México, a morir. Su Némesis, el implacable indígena oaxaqueño ya había muerto. Santa Anna alcanza a ser recibido por el presidente Lerdo de Tejada. La visita es triste. Al entrar a palacio solamente un sargento viejo lo reconoce y le hace el saludo reglamentario a un general de división. Don Sebastián, buen político, lo oye sin comprometerse a nada. El anciano Santa Anna no es peligroso, el joven y vigoroso Porfirio Díaz si lo es. La pensión que se les debe a los defensores de la republica en el 47 se le niega al cojo. El anciano escribe unas memorias llenas de fantasías y sobrevive con las joyas que poco a poco va vendiendo su esposa. Los dos ancianos vegetan en una casona dilapidada del centro de la capital.

Un buen día, sin embargo, se presenta ante Santa Anna un viejo conocido con un regalo muy especial: su pata momificada, rescatada cuando la turba la desenterró y la arrastro por la calle. Santa Anna la contempla y reconoce que si, es su pata, “pues tiene el lunar en el tobillo que mi madre solía besar”. Pide que lo entierren con ella, para estar completo. Llega su ultimo cumpleaños y Santa Anna espera que en cualquier momento se presente el carruaje del presidente Lerdo de Tejada. Pero, excepto por el viejo sargento que se presenta, lo saluda, y le toca diana, nadie mas se para a visitarlo, ni siquiera los políticos y magnates a los que enriqueció. Santa Anna muere olvidado, amargado, y en la miseria.

No hay nada trágico en Santa Anna. Este actuó como iba actuar: era un pícaro y un dionisiaco. Lo trágico es que el pueblo de México, en sus horas más negras, no tuvo a nadie mas que lo encabezara. Santa Anna hubiera sido un excelente intendente del ejército pues era capaz de crear batallones de la nada, con puro indio de leva, y forzar préstamos para comprar totopos engusanados para la tropa. Pero no, no era ni remotamente un general. En el 47 necesitábamos un Morelos o un Zaragoza o un joven Porfirio Díaz pero el destino nos endilgó un Santa Anna. Tal vez el mejor juicio de Santa Anna lo hizo Guillermo Prieto:

“Parece que lo estoy viendo, con su sombrero de jipijape, un fuete en la mano, su paleto de color de haba, su pantalón de lienzo muy blanco, despilfarrando actividad y desafiando temerario el peligro. Desgraciadamente ni era buen general ni hombre cabal ni estuvo a la altura de la situación. Traidor no lo llamaría, torpe, definitivamente si.” – Guillermo Prieto

Por lo que toca a Santanon o fecal, déjenme adaptar entonces la prosa de don Guillermo Prieto para describirlo: “Parece que lo veo, con su banda presidencial que le cubre todo el pequeño pecho hundido, portando un uniforme verde olivo que le queda muy grande, igual que la presidencia. Alza la ceja al estilo de la Maria Félix y trae en la cara un gesto de desprecio digno de Ozymandias. Camina entre vallas, soldados, y sotanas e incensarios pero nunca entre el pueblo. Es un cobarde y un pendejo con iniciativa que destruirá a la republica. Traidor si lo llamaría. Y torpe también.”

donmenfis@gmail.com

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