Si la democracia no funciona en México, se debe a que una parte importante del sistema
de valores de su sociedad sigue anclada en el pasado. Desmenuzar este enunciado en sus
múltiples elementos y encontrar maneras de modificarlo son propósitos de año nuevo.
La columna de hace un año la dediqué a la pasividad de los mexicanos ("Echarle
ganas", 24 de diciembre del 2008). Cité entonces una encuesta del Grupo Reforma
según la cual la alta aprobación a la gestión de Felipe Calderón se debía a que un 66 por
ciento de los mexicanos juzgaba a Calderón no por resultados sino por subjetividades
como las de que "le está echando ganas", que "al presidente hay que apoyarlo
incondicionalmente", y que "[Calderón] es una buena persona". En los meses que han
pasado desde entonces, seguí investigando el tema y encontré evidencia de que los
valores de una sociedad son un factor importante para el atraso o para el progreso.
Miguel Basáñez es un mexicano intelectualmente inquieto y políticamente
comprometido con la transformación democrática. Después de una incursión en la
política, se concentró en las encuestas de opinión, es decir en esas instantáneas de lo que
una sociedad piensa. En 1988 fue el autor de la primera encuesta hecha pública sobre las
preferencias en una elección presidencial (lo encargó y fue la noticia principal de La
Jornada del 23 de mayo de aquel año).
Sus inquietudes académicas y la vida lo llevaron a la Universidad de Tufts en Boston,
donde dirige el Instituto de Cambio Cultural, dentro del cual hay un proyecto llamado la
"Cultura importa" (Culture Matters). La tesis central del proyecto es que en las
sociedades coexisten dos sistemas de valores ideales -es decir, ninguna se encuentra en
estado puro- y, para demostrarlo, han investigado lo que sucede en países de todo el
mundo. En un extremo están los valores que favorecen la democracia y en el otro, los
que la inhiben. Aun cuando todavía no incluyen a México en sus estudios, una
conversación con Basáñez me hizo concluir que el marco teórico es útil para entender
por qué se desvió la transición mexicana.
El sistema de valores que propone aisló 25 factores (a su vez subdivididos en varios
elementos), que tienen una expresión positiva y otra negativa. Como sería absurdo
comprimirlos en un texto tan breve, daré una probada de su potencial explicativo con
tres factores que me permiten sostener, como hipótesis de trabajo, que en México
carecemos todavía de una cultura propicia para el desarrollo de la democracia: El
manejo de los tiempos. Los humanos nos distinguimos de otras especies porque
tenemos conciencia del pasado, el presente y el futuro. Sin embargo, las personas y las
sociedades la manejamos de manera muy diferente. Quienes tienen la mirada clavada en
épocas pretéritas desalientan la planificación y menosprecian el tiempo suyo y el de los
demás. Una consecuencia es la impuntualidad. Las sociedades más democráticas y
desarrolladas amarran su presente en el futuro, valoran el tiempo y respetan los horarios
fijados. Los perredistas consideran que su partido abandera la innovación y el progreso,
pero tienden al desorden cuando se trata de la puntualidad.
2
La competencia. Miguel Basáñez utiliza una cita de un trabajo clásico de Mariano
Grondona, el académico y periodista argentino que escribió Las condiciones culturales
del desarrollo económico (Planeta, 1999): "la competencia es una forma de cooperación
en la cual ambos competidores se benefician al ser forzados para hacer lo mejor, como
en los deportes... la competencia nutre la democracia". En el polo opuesto están las
sociedades reacias al cambio, en las cuales los competidores son combatidos porque
amenazan los privilegios de unos cuantos. Con este criterio es un contrasentido la
política seguida por el PAN de favorecer a los monopolios y oligopolios económicos,
políticos y educativos.
Las relaciones Iglesia-Estado. La tesis del proyecto La cultura importa es contundente:
"en ninguna de las democracias avanzadas la religión juega un papel significativo en la
esfera cívica". Por el contrario, existe una muralla que evita la "intromisión de las
instituciones religiosas en el proceso político". En el México actual, es lógico que el
conservador PAN apadrine el regreso de la jerarquía católica al centro de las decisiones.
Es absurdo que el PRI se ofrezca como el compadre acomedido que ofrenda la laicidad
en el altar del oportunismo.
El sistema de valores mexicano está sumido en la esquizofrenia. Como bosquejé en el
texto, los tres partidos tienen valores que inhiben la cultura democrática. Y sin embargo,
ellos mismos han ido implementando políticas de modernidad. Eso significa que, en
términos de valores, México es como una piel de leopardo en la cual las manchas son
los islotes de una mejor democracia. Cuáles son y cómo lograr que se multipliquen son
temas que iré tocando en esta columna durante el año que está a punto de iniciarse.
de valores de su sociedad sigue anclada en el pasado. Desmenuzar este enunciado en sus
múltiples elementos y encontrar maneras de modificarlo son propósitos de año nuevo.
La columna de hace un año la dediqué a la pasividad de los mexicanos ("Echarle
ganas", 24 de diciembre del 2008). Cité entonces una encuesta del Grupo Reforma
según la cual la alta aprobación a la gestión de Felipe Calderón se debía a que un 66 por
ciento de los mexicanos juzgaba a Calderón no por resultados sino por subjetividades
como las de que "le está echando ganas", que "al presidente hay que apoyarlo
incondicionalmente", y que "[Calderón] es una buena persona". En los meses que han
pasado desde entonces, seguí investigando el tema y encontré evidencia de que los
valores de una sociedad son un factor importante para el atraso o para el progreso.
Miguel Basáñez es un mexicano intelectualmente inquieto y políticamente
comprometido con la transformación democrática. Después de una incursión en la
política, se concentró en las encuestas de opinión, es decir en esas instantáneas de lo que
una sociedad piensa. En 1988 fue el autor de la primera encuesta hecha pública sobre las
preferencias en una elección presidencial (lo encargó y fue la noticia principal de La
Jornada del 23 de mayo de aquel año).
Sus inquietudes académicas y la vida lo llevaron a la Universidad de Tufts en Boston,
donde dirige el Instituto de Cambio Cultural, dentro del cual hay un proyecto llamado la
"Cultura importa" (Culture Matters). La tesis central del proyecto es que en las
sociedades coexisten dos sistemas de valores ideales -es decir, ninguna se encuentra en
estado puro- y, para demostrarlo, han investigado lo que sucede en países de todo el
mundo. En un extremo están los valores que favorecen la democracia y en el otro, los
que la inhiben. Aun cuando todavía no incluyen a México en sus estudios, una
conversación con Basáñez me hizo concluir que el marco teórico es útil para entender
por qué se desvió la transición mexicana.
El sistema de valores que propone aisló 25 factores (a su vez subdivididos en varios
elementos), que tienen una expresión positiva y otra negativa. Como sería absurdo
comprimirlos en un texto tan breve, daré una probada de su potencial explicativo con
tres factores que me permiten sostener, como hipótesis de trabajo, que en México
carecemos todavía de una cultura propicia para el desarrollo de la democracia: El
manejo de los tiempos. Los humanos nos distinguimos de otras especies porque
tenemos conciencia del pasado, el presente y el futuro. Sin embargo, las personas y las
sociedades la manejamos de manera muy diferente. Quienes tienen la mirada clavada en
épocas pretéritas desalientan la planificación y menosprecian el tiempo suyo y el de los
demás. Una consecuencia es la impuntualidad. Las sociedades más democráticas y
desarrolladas amarran su presente en el futuro, valoran el tiempo y respetan los horarios
fijados. Los perredistas consideran que su partido abandera la innovación y el progreso,
pero tienden al desorden cuando se trata de la puntualidad.
2
La competencia. Miguel Basáñez utiliza una cita de un trabajo clásico de Mariano
Grondona, el académico y periodista argentino que escribió Las condiciones culturales
del desarrollo económico (Planeta, 1999): "la competencia es una forma de cooperación
en la cual ambos competidores se benefician al ser forzados para hacer lo mejor, como
en los deportes... la competencia nutre la democracia". En el polo opuesto están las
sociedades reacias al cambio, en las cuales los competidores son combatidos porque
amenazan los privilegios de unos cuantos. Con este criterio es un contrasentido la
política seguida por el PAN de favorecer a los monopolios y oligopolios económicos,
políticos y educativos.
Las relaciones Iglesia-Estado. La tesis del proyecto La cultura importa es contundente:
"en ninguna de las democracias avanzadas la religión juega un papel significativo en la
esfera cívica". Por el contrario, existe una muralla que evita la "intromisión de las
instituciones religiosas en el proceso político". En el México actual, es lógico que el
conservador PAN apadrine el regreso de la jerarquía católica al centro de las decisiones.
Es absurdo que el PRI se ofrezca como el compadre acomedido que ofrenda la laicidad
en el altar del oportunismo.
El sistema de valores mexicano está sumido en la esquizofrenia. Como bosquejé en el
texto, los tres partidos tienen valores que inhiben la cultura democrática. Y sin embargo,
ellos mismos han ido implementando políticas de modernidad. Eso significa que, en
términos de valores, México es como una piel de leopardo en la cual las manchas son
los islotes de una mejor democracia. Cuáles son y cómo lograr que se multipliquen son
temas que iré tocando en esta columna durante el año que está a punto de iniciarse.
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