Domingo 22 de noviembre de 2009
El año 2010 debe ser escenario del cambio, de transformaciones pacíficas, pero tan profundas que tengan la misma intensidad de una revolución. Con ello el país se consolidará como una nación democrática y equitativa”, afirmó Calderón, según nota de La Jornada. “Debemos cambiar lo que haya que cambiar y hasta donde sea necesario, con tal de que los ciudadanos tengan mayores oportunidades y hagan realidad sus anhelos”, reseña el mismo diario. ¡Vaya!, con la falta de sindéresis de este pequeño personaje. ¿No se da cuenta acaso de que es él, el propio Calderón, el paradigma de lo que es necesario cambiar? Él y todos los de la pandilla a la que pertenece, la de empresarios absolutamente parasitarios, que nada producen pero se han enriquecido hasta la locura, por medio de los más inmorales negocios, la corrupción, la especulación el tráfico de influencias. Fecal, por la combinación de la primera sílaba de su nombre con la de su apellido, así bautizado por la punzante y muy acertada agudeza popular, no es sino otro más de ese pelotón de bribones que conforman el grupo delincuencial que lleva ya más de un cuarto de siglo robando al país de la manera más descarada, desde la dirección formal de la vida pública, el mismo al que pertenecen Salinas de Gortari, Zedillo y Fox, Beltrones y Peña Nieto; Ulises Ruiz y los gobernadores, casi sin excepciones, los diputados, por lo menos 475 de los 500, según lo sustentan los votos que han emitido en los asuntos recientemente ventilados en el Congreso, y muchos otros más, del ámbito político, además de Azcárraga, Larrea, Salinas Pliego, Roberto Hernández, y varios otros, de la esfera empresarial. Esa amalgama de pillos, que constituye lo que se puede llamar la clase social dominante –una burguesía entreguista, pro imperialista, pro yanqui, enemiga de la Nación mexicana y del pueblo- ha agredido con brutalidad a los trabajadores del campo y la ciudad, obreros y campesinos, trabajadores manuales e intelectuales, y lleva ya más de un cuarto de siglo, desde 1982, actuando así, impunemente. Guiada por el criterio de sacrificar cada vez más al pueblo de México, para que ellos, un puñado de sinvergüenzas se enriquezca, y para que los recursos que el capital extranjero saquea de nuestro país, crezcan desmedidamente, ellos, desde que coparon por completo los poderes de la Unión, que desde mucho antes habían penetrado, no han realizado una sola medida de gobierno, que no tenga como fin el de explotarnos aun más, cancelar conquistas populares que ganamos con nuestro esfuerzo, luego de agudas luchas; desconocer derechos plasmados en las leyes y la Constitución, y aun derogarlos. Llevamos ya 27 años sufriendo atropello tras atropello, injusticia tras injusticia, por parte de esa banda criminal. Peor todavía, la agresión brutal de la clase dominante, se ha agudizado cada vez más. Los golpes que lanzan contra el pueblo son cada vez más violentos, y tienen efectos acumulativos. Lo peor está llegando hoy, durante el ejercicio de Felipe Calderón. Este individuo perverso, en su entreguismo consumado a los poderosos locales y, sobre todo al imperialismo, y en su profunda convicción reaccionaria, nada ha respetado: ni las leyes, que la propia burguesía pro imperialista redacta a su conveniencia, ni las instituciones, que la propia pandilla diseña y crea; menos al pueblo, al que ve con desprecio, como lo han hecho todos los déspotas, desde siempre. Pero todo tiene un límite. El pueblo no aguanta más. De ahí el éxito del Paro Cívico Nacional del día 11 de noviembre. De ahí la buena perspectiva de la Toma Simbólica de la Ciudad de México del 4 de diciembre. Y de ahí la excepcional respuesta popular que se ha dado a la Proclama a los Pueblos de México para organizar la revocación de mandato a Felipe Calderón. Porque revocar a Calderón implica dar el primer paso, muy importante, hacia la recuperación de la soberanía popular y la autodeterminación; implica echar del poder a la pandilla, toda, de la cual Fecal es un paradigma y, a la vez, dada su pequeñez, su eslabón más débil.
¡Urge cambiar el rumbo económico y político de México, y eso exige cambios profundos, no superficiales!
¡No más privatizaciones de los bienes públicos!
¡No más “reformas estructurales”!
¡No más abaratamiento de la fuerza de trabajo!
¡No más golpes a los trabajadores del campo y la ciudad!
¡El pueblo no aguanta más!
¡Revocación del mandato!
¡Fuera Calderón!
¡Fuera toda esa caterva de criminales!
¡Todo el poder soberano, a la clase trabajadora y el pueblo de México, como lo manda la Constitución!
¡Viva México!
¡Viva el pueblo!
El año 2010 debe ser escenario del cambio, de transformaciones pacíficas, pero tan profundas que tengan la misma intensidad de una revolución. Con ello el país se consolidará como una nación democrática y equitativa”, afirmó Calderón, según nota de La Jornada. “Debemos cambiar lo que haya que cambiar y hasta donde sea necesario, con tal de que los ciudadanos tengan mayores oportunidades y hagan realidad sus anhelos”, reseña el mismo diario. ¡Vaya!, con la falta de sindéresis de este pequeño personaje. ¿No se da cuenta acaso de que es él, el propio Calderón, el paradigma de lo que es necesario cambiar? Él y todos los de la pandilla a la que pertenece, la de empresarios absolutamente parasitarios, que nada producen pero se han enriquecido hasta la locura, por medio de los más inmorales negocios, la corrupción, la especulación el tráfico de influencias. Fecal, por la combinación de la primera sílaba de su nombre con la de su apellido, así bautizado por la punzante y muy acertada agudeza popular, no es sino otro más de ese pelotón de bribones que conforman el grupo delincuencial que lleva ya más de un cuarto de siglo robando al país de la manera más descarada, desde la dirección formal de la vida pública, el mismo al que pertenecen Salinas de Gortari, Zedillo y Fox, Beltrones y Peña Nieto; Ulises Ruiz y los gobernadores, casi sin excepciones, los diputados, por lo menos 475 de los 500, según lo sustentan los votos que han emitido en los asuntos recientemente ventilados en el Congreso, y muchos otros más, del ámbito político, además de Azcárraga, Larrea, Salinas Pliego, Roberto Hernández, y varios otros, de la esfera empresarial. Esa amalgama de pillos, que constituye lo que se puede llamar la clase social dominante –una burguesía entreguista, pro imperialista, pro yanqui, enemiga de la Nación mexicana y del pueblo- ha agredido con brutalidad a los trabajadores del campo y la ciudad, obreros y campesinos, trabajadores manuales e intelectuales, y lleva ya más de un cuarto de siglo, desde 1982, actuando así, impunemente. Guiada por el criterio de sacrificar cada vez más al pueblo de México, para que ellos, un puñado de sinvergüenzas se enriquezca, y para que los recursos que el capital extranjero saquea de nuestro país, crezcan desmedidamente, ellos, desde que coparon por completo los poderes de la Unión, que desde mucho antes habían penetrado, no han realizado una sola medida de gobierno, que no tenga como fin el de explotarnos aun más, cancelar conquistas populares que ganamos con nuestro esfuerzo, luego de agudas luchas; desconocer derechos plasmados en las leyes y la Constitución, y aun derogarlos. Llevamos ya 27 años sufriendo atropello tras atropello, injusticia tras injusticia, por parte de esa banda criminal. Peor todavía, la agresión brutal de la clase dominante, se ha agudizado cada vez más. Los golpes que lanzan contra el pueblo son cada vez más violentos, y tienen efectos acumulativos. Lo peor está llegando hoy, durante el ejercicio de Felipe Calderón. Este individuo perverso, en su entreguismo consumado a los poderosos locales y, sobre todo al imperialismo, y en su profunda convicción reaccionaria, nada ha respetado: ni las leyes, que la propia burguesía pro imperialista redacta a su conveniencia, ni las instituciones, que la propia pandilla diseña y crea; menos al pueblo, al que ve con desprecio, como lo han hecho todos los déspotas, desde siempre. Pero todo tiene un límite. El pueblo no aguanta más. De ahí el éxito del Paro Cívico Nacional del día 11 de noviembre. De ahí la buena perspectiva de la Toma Simbólica de la Ciudad de México del 4 de diciembre. Y de ahí la excepcional respuesta popular que se ha dado a la Proclama a los Pueblos de México para organizar la revocación de mandato a Felipe Calderón. Porque revocar a Calderón implica dar el primer paso, muy importante, hacia la recuperación de la soberanía popular y la autodeterminación; implica echar del poder a la pandilla, toda, de la cual Fecal es un paradigma y, a la vez, dada su pequeñez, su eslabón más débil.
¡Urge cambiar el rumbo económico y político de México, y eso exige cambios profundos, no superficiales!
¡No más privatizaciones de los bienes públicos!
¡No más “reformas estructurales”!
¡No más abaratamiento de la fuerza de trabajo!
¡No más golpes a los trabajadores del campo y la ciudad!
¡El pueblo no aguanta más!
¡Revocación del mandato!
¡Fuera Calderón!
¡Fuera toda esa caterva de criminales!
¡Todo el poder soberano, a la clase trabajadora y el pueblo de México, como lo manda la Constitución!
¡Viva México!
¡Viva el pueblo!
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